“Ma, ya casi llego”… Estas fueron las últimas palabras que Patricia Zamora Masis recibió de su hija Luany Valeria Salazar de 23 años, desaparecida el 09 de junio del 2020.

Por Ruth Torres Montero
“Fue un martes. Mi hija me dijo que iba a compartir una celebración de cumpleaños con algunos vecinos. Esa noche no llegó a dormir. A la mañana siguiente, recibí un mensaje en el que indicaba que ya casi volvía. Pensé que se habían quedado en alguna casa juntos pero ese miércoles no tuve más contacto con ella. Al volver de mi trabajo, noté que no había regresado y ahí empezó mi preocupación”, expreso Patricia Zamora Masis, madre de Luany.
Luego de contactar a todos los amigos de la joven y descartar que tuvieran noticias de ella, Zamora inició la búsqueda en la que participaron familiares, amigos y vecinos, pero no fue posible dar con su paradero. A pesar de sus esfuerzos por encontrar a Luany, esta madre no imaginaba que el destino le jugaría una mala pasada.
Según datos aportados por el Organismo de Investigación Judicial (OIJ), en el año 2020 se registraron un total de 1.793 denuncias de personas desaparecidas, 235 casos corresponden a mujeres mayores de edad. Para este año, entre enero y marzo se reportan 582 personas desaparecidas de las cuales 65 de ellas son mujeres mayores de edad.
“Mi esperanza siempre fue encontrar a mi chiquita y que no le hubiera pasado nada. Ante nuestra desesperación, el jueves puse la denuncia de la desaparición de mi hija en el OIJ. La respuesta no fue tan efectiva como yo esperaba”. Según relata Zamora, llamó insistentemente, pero los días empezaron a transcurrir y las autoridades no accionaban. Con un grupo de apoyo, continuaron la búsqueda de su hija, pero sin ningún resultado.
“Durante esos días, no llegó ningún oficial a investigar. Esperamos al viernes, pero nadie llegó, incluso el sábado, pero tampoco nadie llegó. Ante la impotencia, todos en mi casa entramos en crisis. Era como una película de terror, todos estábamos llorando y gritando. Yo fui muy insistente en que tenía sospechas de un hombre que vivía en nuestro vecindario y supliqué que revisaran su casa, pero la persona que me atendió indicó que debíamos esperar porque para la investigación había todo un protocolo”.
Para Cecilia Rodríguez, especialista en temas de género, a pesar de que el OIJ y el Ministerio de Seguridad Pública (MSP) cuentan con un protocolo para la búsqueda de personas desaparecidas, la ausencia de un protocolo diferenciado ponía sobre la mesa un nuevo reto.
“Debemos entender las condiciones de vulnerabilidad en las que se encuentran las mujeres; las acciones deben ser inmediatas ya que cada día que pasa se pierde la posibilidad de hallarlas con vida. Es necesaria la aplicación de un protocolo diferenciado para investigar la desaparición de mujeres en nuestro país”, comentó.
Lamentablemente seis días después, la noche del 15 de junio, fueron los familiares quienes encontraron el cadáver. Luany Valeria Salazar fue asesinada a puñaladas, y enterrada en la parte trasera de la vivienda de uno de sus vecinos. Precisamente en la casa del sospechoso que había sido señalado por la familia.
“Mi hermana ingresó al patio trasero y sospechó que la tierra había sido removida, ella le dijo a mi hijo: ‘papi vea aquí la tierra está muy suave’. Mi hijo empezó a escarbar con sus manitas y encontró una bolsa de plástico. Adentro había algo que olía muy feo. Él encontró a su hermana muerta” expresó Patricia mientras limpiaba las lágrimas de sus mejillas.
Patricia recuerda que fue objeto de acusaciones y señalamientos por parte del director del OIJ y algunos de sus agentes, luego de que Espinosa fue severamente cuestionado por haber compartido aspectos íntimos de la vida de Luany y los cuales no venían al caso. Ella asegura que se le trato de mentirosa y se cuestionó la manera en que se reportó la desaparición de su hija.
La muerte de Karolay
“Es un dolor tan profundo que uno sabe que nunca se va a aliviar. No hay palabras para expresar lo que siente una madre cuando su hija es asesinada. Aunque en el fondo yo ya lo sabía, nunca esperé que me llegaran a decir que ella estaba muerta”, con estas palabras y su voz entrecortada, Rosmery Cordero Villegas, madre de Karolay, comentó lo duro que ha sido para ella todo este proceso.
Karolay Serrano desapareció el lunes 12 de agosto del 2019, sus restos fueron hallados seis meses después.

“Yo me encargaba del cuidado de Amanda, su hija, los lunes y martes. Para mí era normal que por su trabajo esos días casi no teníamos contacto, solo por mensajes. Cuando llegué a recoger a mi hijo el martes, me sorprendió enterarme de que ella no había recogido a Amanda y empecé a sentir que algo no estaba bien”.
El 15 de agosto ante la ausencia de su hija para la celebración del día de la madre, Cordero inició la búsqueda, siempre esperanzada en que habría algún motivo por el cual no se había comunicado. Ese mismo día, se enteró que su hija había sido reportada como desaparecida por una publicación que hizo una de sus amigas en redes sociales. Esto la motivó a ir a buscarla a la casa. Al no tener resultados, se dirigió a la empresa donde laboraba su hija y se llevó la sorpresa de que desde el lunes no se había presentado a trabajar.
Para terminar de complicar las cosas, cuando llegué al OIJ a poner la denuncia, me encontré con la sorpresa de que otra persona ya lo había hecho…
Rosmery Cordero
“Ahí empezó mi calvario. En mi corazón sentía que algo malo le había pasado. Para terminar de complicar las cosas, cuando llegué al OIJ a poner la denuncia, me encontré con la sorpresa de que otra persona ya lo había hecho, aunque yo era su mamá a mí no se me notificó por ser ella mayor de edad. Tampoco podía tener acceso a la denuncia y esto implicó que yo tuviera que hacer una serie de trámites para que se me compartiera información de la investigación en proceso”.
Fue hasta un mes después que el OIJ allanó la vivienda de Karolay para buscar algún indicio que les permitiera conocer su paradero. Para ese momento, ya el departamento se hallaba desocupado.
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Xinia Fernández Vargas, jefa a.i. de la Secretaría Técnica de Género y Acceso a la Justicia del Poder Judicial, comentó que hace diez meses esta secretaría hizo un pronunciamiento sobre la necesidad de construir un instrumento que permitiera una investigación diferenciada: “Insistimos en la urgencia de que se construyera un documento que pudiera visibilizar y tomar en consideración las características particulares que pueden tener las desapariciones de mujeres”.
La inacción por parte de los investigadores a cargo del caso provocó que Rosemay empezara a perder la fe en el sistema de justicia. Se sentía excluida del proceso de investigación. Sumado a ello, dejó de comer y se ausentó de su trabajo tanto tiempo que esto motivó a la empresa para la cual laboraba a despedirla.
La psicóloga Ingrid Arias Trejos, del Centro de Salud Mental Censac-Red, asegura que los procesos de duelo que viven las madres de las víctimas se tornan más complicados conforme los meses pasan y las investigaciones no avanzan: “Las madres no quieren perder la esperanza de encontrar a sus hijas con vida, por lo cual el duelo se alarga. Sumado a ello, deben asumir la responsabilidad de sus nietos”.
Cordero estaba consciente de que conforme el tiempo pasaba, las probabilidades de encontrar a su hija viva se reducían cada vez más: “A los cuatro meses de buscar a Karolay se la entregué a Dios. Yo le dije a Dios: ‘es muy duro lo que estoy viviendo, si ya no está con vida, de lo que estoy segura, te la entrego’. A partir de ese momento, dejé de buscar una hija viva y empecé a buscarla muerta”.
Ante la pregunta ¿Cómo considera usted que fueron los procesos de investigación por parte de las autoridades?
Cordero responde: “Yo llegaba y me sentaba en las bancas del OIJ de Heredia y no me decían nada. Los escuchaba decir: por allá está sentada la mamá de la muchacha desaparecida. Yo no me movía de ahí esperando que alguno saliera y me dijera que estaban trabajando en el caso, que me dieran una explicación, por lo menos, pero no fue así. Cuando encontraron sus restos, el OIJ nunca me avisó, yo me enteré por medio de las noticias pues estaba viendo la televisión”.
Transcurrieron seis meses hasta que un baqueano encontró partes óseas del cuerpo y prendas de vestir pertenecientes a Karolay, según constató el OIJ. El hallazgo se realizó el 11 de febrero de 2020, en una zona montañosa en las cercanías de Sacramento, poblado aledaño al volcán Barva.
“Yo sigo buscándola, sigo buscando porque no tengo a mi hija completa. Gran parte de su cuerpo sigue desaparecido”. Rosmary señala que los procesos de investigación y los trámites relacionados a las denuncias deben cambiar para no encrudecer el dolor de las madres.
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Exigencias al Poder Judicial
Ambos casos se convirtieron en el detonante para que se exigiera a las autoridades del Poder Judicial, sobre todo, que se estableciera un documento específico de localización e investigación de mujeres desaparecidas o no localizadas. Ya que meses atrás, el OIJ fue blanco de una serie de críticas por su aparente lentitud para iniciar la búsqueda de estas jóvenes y el manejo inadecuado de los detalles de la investigación.
“La Secretaría de Género hizo presión pues entiende, desde hace muchos años con su experiencia y su trabajo, la necesidad de construir un instrumento de investigación que tome en cuenta las condiciones muy específicas que las mujeres tenemos en sociedades patriarcales como las nuestras. Las estadísticas muestran una y otra vez que las formas de violencia que se cometen contra mujeres son sistemáticas y estructurales. Por tanto, no podría pensarse en instrumentos y en herramientas genéricas”, comentó Fernández.
Es así como en respuesta a estas exigencias, Emilia Navas Aparicio, fiscala general de la República, y el director del OIJ, Walter Espinoza Espinoza, presentaron , el día 15 de abril, el “Protocolo conjunto homologado para la investigación de mujeres mayores de edad desaparecidas y no localizadas”.

Marcela Guerrero Campos, ministra de la Condición de la Mujer y Presidenta Ejecutiva del Instituto Nacional de las Mujeres, INAMU, destacó la importancia de contar con este instrumento. «Este protocolo representa un avance en la atención de desapariciones de mujeres y desde el INAMU, apoyaremos con la capacitación del personal que tenga a cargo la investigación policial para que se aplique el enfoque de riesgo, que implica que esa desaparición puede conllevar delitos mayores, por lo que actuar de manera inmediata y diligente puede salvar vidas».
Sin embargo, Fernández reconoce que este es un gran avance, pero señala que aún quedan grandes retos que enfrentar: la falta de capacitación del personal que atiende las denuncias en temas de violencia contra la mujer, el mal manejo de la información obtenida de los procesos de investigación y lograr deconstruir el mito en la población de que, para realizar una denuncia de una persona desaparecida, hay que esperar 48 horas o más.
La vida de Patricia y Rosemary al igual que las de sus familias cambió repentina y rotundamente. Ambas temen que conforme los días transcurren y los medios van dejando de cubrir la noticia sobre los casos de sus hijas desaparecidas y asesinadas, el colectivo social olvide que es parte de una realidad que mañana puede tocar a las puertas de su hogar.

